Permitan que este artículo casi vaya escrito en primera persona, con las vivencias de un granota en edad casi adolescente, con apenas 13 años. Una historia que nos remonta al 4 de diciembre de 1994, una temporada que tuvo de todo, récords, alegrías y un final tan amargo que todos los granotas que ya estaban en esa época no olvidarán jamás. el famoso y terrible “Ecijazo”. Pero eso es otra historia, porque aquella tarde de diciembre de hace ya dos décadas se jugaba otra cosa en el viejo Nou Estadi, un récord histórico que fieles a la leyenda del “Yunke de la adversidad” acabó torciéndose.
Nos ponemos en situación. El Levante, de la mano de Juande Ramos, empezaba la temporada 1994/95 con la misión de dejar la Segunda B y ascender a Segunda más si cabe, después de haber caído en la promoción de ascenso de la temporada anterior en beneficio del Salamanca. Con un equipo prácticamente nuevo e ilusiones renovadas, el equipo empieza como un tiro. Tanto que durante las 13 primeras jornadas, desde septiembre hasta diciembre, todos los rivales doblan la rodilla ante los granotas que cuentan todos sus partidos de aquella Liga de Segunda B con victorias, 13 en total.
Precisamente, yo que les escribo este artículo tenía 13 años. Aquella semana, las mariposas rondaban por mi estomago, más si cabe cuando en mi clase de octavo de EGB de la época, el único que era del Levante era yo, más todavía cuando un profesor entró con un taco de entradas para el partido y la gran mayoría ni conocían al Levante ni sabían donde había que ir al partido. Las ganas del partido y de batir el récord no eran pocas en un chaval que ya con esa edad vivía el fútbol.
Aquella tarde de 1994, a las 17:00, el Levante se citaba con la historia. Con un estadio casi lleno, algo muy chocante para alguien que llevaba desde los 9 años yendo al campo del Levante y jamás había visto más de 3000-4000 personas en el mismo, los granotas nos citabamos con la historia, con la posibilidad de superar un récord que aunque fuera en Segunda B, era eso, un récord. Encima el rival ayudaba, llegaba el Girona que por aquel entonces era uno de los peores de la categoría y tocaba la parte baja de la tabla.
El Levante, ante 30.000 espectadores en las gradas de cemento sin sillas todavía, empezó ganando, se dejó empatar y volvió a ponerse por delante y cuando todo el mundo hacía la ola y celebraba el récord histórico, el Yunke de la adversidad iba a aparecer de nuevo en forma de una vaselina casi imposible que pillaba Rodri portero de la época adelantado. Un récord que se fue por el aire y la temporada acabó como ya os hemos contado. Pero ese gol, esa acción, quedó para siempre grabada en mi retina y aún lo recuerdo hoy 20 años después. Seguro que no soy el único.