Ian Harte, un guante en la zurda
Ian Harte escribió su nombre en letras de oro en la historia del Levante. En agosto de 2004, en la primera jornada de ese campeonato, el irlandés, marcó el gol del empate del Levante en Anoeta. Un gol que tenía un sabor especial pues era el primero del equipo granota en Primera División después de cuarenta años que se dice pronto. Pero este lateral zurdo nacido en 1977, no era un desconocido a su llegada al Levante UD. Venía de formar parte del último Leeds que valió la pena, el que fue un equipo temido en la Champions y de jugar en el Mundial de 2002 donde erró un penalti ante Casillas.
Harte, venía de sobresalir en la máxima competición europea en las filas del histórico Leeds con el que llegó a las semifinales de la Champions 2000/01 donde precisamente fueron eliminados por el Valencia que luego iba a perder los penaltis en Milán frente al Bayern de Munich. Pero tras el descenso del equipo inglés en 2004 (del cual aún no se han recuperado), buscó una salida en otra liga y así llegó a las filas de un modesto Levante que buscaba dar la campanada en su primera temporada tras cuatro décadas deambulando por los bajos fondos del fútbol español.
Aquella temporada empezó bien, muy bien, pero acabó lamentablemente mal. El Levante, hizo 19 puntos en las 10 primeras jornadas y se pusó tercero en Primera tras el gol de Jesule al Athletic de Bilbao. En ese momento, nadie se podía pensar que el equipo acabaría descendiendo con menos de 40 puntos al no sumar prácticamente casi nada en los siguientes 28 partidos. Mientras tanto, Ian Harte continuaba siendo un fijo en los esquemas de Schuster.
Lateral de carácter, algo lento pero con una zurda como un guante, vivió el descenso con los granotas tras la derrota en Villarreal y cuando parecía que estaba más fuera que dentro del club, Villarroel, consiguió convencerle para que se quedara en la disciplina levantinista. Algo que iba a ser fundamental en la temporada siguiente. En Segunda, Harte no sólo fue un fijo en los once sino que además, gracias a sus goles de penalti y de falta, fue vital para el ascenso. Marcó 9 goles y dio multitud de asistencias desde el córner y el balón parado.
Suya fue la falta que acabó en gol tras un remate raro, casi con el culo, de Riga en el partido disputado en Lleida en 2006, el que daba el ascenso para el Levante. Su tercera temporada en el club ya no fue tan bien. Una grave lesión lo dejó fuera gran parte de la temporada y cuando volvió ya no era el mismo. Jugó menos de cinco partidos en la 2006/07 y ese mismo verano dejó la disciplina granota para volver a Inglaterra. Ahí se acabó su historia con el Levante, pero como os hemos contado al principio, su nombre quedó grabado para siempre en ella.